OSGOOD, Josiah. Uncommon Wrath How Caesar and Cato’s Rivalry Destroyed the Roman Republic. Oxford: Oxford University Press, 2022, 343 pp. [ISBN: 978-01-928-5956-3]

El género de biografías sobre personajes antiguos está de moda, en particular cuando se trata de individuos de la República romana tardía. A pesar de la perenne publicación de libros sobre Julio César, los dos protagonistas de este volumen han recibido recientemente estudios en profundidad, aunque por separado, como reconoce explícitamente en su obra Osgood (en adelante O.): Cato the Younger, de Fred Drogula (Oxford, 2019) y Julius Caesar and the Roman People, de Robert Morstein-Marx (Cambridge, 2021). También contamos con la revisión sobre la figura de Catón por Kit Morrell en Pompey, Cato and the Governance of the Roman Empire (Oxford, 2017) y el análisis más completo de Jeremiah McCall en Rivalries that Destroyed the Roman Republic (Barnsley, 2022. Probablemente este último ha sido publicado demasiado tarde para que O. lo emplee en profundidad en su obra). Además, la bibliografía sobre el "Fin", "Colapso", "Desaparición", "Crisis", "Destrucción", "Caída" (algunas de los términos más sugerentes con los que los historiadores actuales describen el período) de la República Romana, y las razones para ello, es voluminosa y sigue fascinando a muchos lectores, académicos o no. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿por qué esta rivalidad en particular como precursora de la caída de la República? O. adopta un enfoque paralelo y se propone examinar en detalle qué desencadenó la hostilidad y las diferencias políticas entre ambos personajes y sus aliados, aunque mantenían un compromiso común con la República. De hecho, O. argumenta que su lucha ha sido ignorada en gran medida por la historiografía moderna como un factor que contribuyó significativamente a la muerte de la República.

El libro de O. consta de una introducción, catorce capítulos, notas sobre las fuentes que incorporan un limitado pero relevante ensayo sobre fuentes secundarias, otras notas (finales) y finalmente un índice. En sus 343 páginas se intercalan mapas e ilustraciones. Desde el principio, O. prepara el terreno adentrándose y analizando el período en el que ejercieron sus actividades políticas sus personajes, en particular las ramificaciones de la Primera Guerra Civil entre Sila y Mario (83-81 a.C.). Más adelante, se centra en las consecuencias más amplias de la Conspiración de Catilina del 63 a.C., cuando se intensificaron realmente las disensiones entre ambos. César procedía de una familia romana acomodada y también estaba indirectamente emparentado con Mario a través del matrimonio de éste con su tía. Por otro lado, Catón contaba con Sila como viejo conocido de la familia y era bisnieto del respetado estadista y militar Catón el Viejo. O. señala que estos antecedentes influyeron en sus ambiciones individuales. César consideraba que Roma ejercía su autoridad en favor del pueblo, mientras que Catón creía que el Senado defendía a sus ciudadanos de los que pretendían construir un imperio por la fuerza de las armas. Sobre esta base, el conflicto entre ambos era inevitable.

Normalmente se ha señalado el fracaso del Primer Triunvirato (una coalición ilícita por el poder creada por César, Pompeyo y Craso en el 60 a.C.), y en particular la ruptura y el consiguiente conflicto entre César y Pompeyo, como el mazazo final a la República. Sin embargo, para O. la intensa disputa entre César y Catón no parece que resulte trascendental como causante de su desaparición. A su animadversión personal ya conocida y con sus bandos enfrentados igualmente enfrentados entre sí, los acontecimientos durante la Conspiración de Catilina y más allá agravaron e intensificaron ese clima de animosidad. Como es sabido, Catilina ideó un golpe en Roma al fracasar en numerosas ocasiones en su intento de ser elegido cónsul. Más tarde fue asesinado en Etruria, pero varios de sus principales coconspiradores seguían en Roma dispuestos a acabar con la oposición. Los senadores tuvieron que considerar cuál sería la mejor forma de castigo para los secuaces de Catilina cuando fueran capturados. César, que ya era cónsul y un político consolidado, optó por la sentencia más leve: confiscación de bienes y cadena perpetua. Catón, que tenía menos experiencia como político, optó por una fórmula más severa: la pena de muerte, ya que sus acciones suponían un peligro para el propio Estado, que ya se estaba derrumbando. La desconfianza se acentuó hasta llegar a la violencia verbal y física. Catón, siempre receloso de César, continuó abogando contra él. César ganaba más poder con Catón mientras que el Senado lo perdía. Al final, el conflicto derivó en un choque ideológico. Ambos personajes y sus seguidores habían personificado dos movimientos políticos acostumbrados al choque, temiendo ceder en alguna de sus posturas y descartando la negociación. Finalmente, sobrevino la guerra y la República se acabó desmoronando.

O. destaca de forma encomiable otros factores importantes que influyeron en las diferencias entre ambos personajes: los matrimonios, los amoríos y las afiliaciones políticas. Ambos se divorciaron de sus esposas por sospechas de infidelidad y, quizá para vergüenza de Catón, su hermanastra Servilia se convirtió en amante de César. Tuvo un hijo (supuestamente de César), Bruto, a la postre cabecilla de su propio asesinato. O. también es hábil a la hora de subrayar el juego de poder más amplio, ya que ambos se situaron políticamente para obtener la aprobación de otros políticos prominentes, como Lucio Licinio Lúculo y Pompeyo, por nombrar algunos.

La competencia política, militar y aristocrática era endémica en la República mucho antes de que César y Catón rivalizaran. De hecho, como señala el libro de M'Call (arriba), este aspecto no era tan "poco común" como podría sugerir el título del libro de O. La mayoría de los políticos y sus aliados de la época estaban en conflicto y el régimen republicano sucumbió bajo ese torrente de hostilidades individuales. En cualquier caso, este libro resulta accesible para un gran número de lectores, en gran medida porque está fenomenalmente escrito. O. quizá tenga razón al subrayar que el conflicto entre ambos personajes no haya llamado tanto la atención ni de los especialistas ni del gran público en comparación con otras enemistades de la época (por ejemplo, en los capítulos 12 y 13 de McCall se centra en las rivalidades de César con Pompeyo y Craso). Además, O. deja claras las complejidades de la política tardorrepublicana, incluso para los no académicos. Pone el nombre de Catón en primer plano (la historia y el nombre de César son bien conocidos), ya que su legado de firme honorabilidad y estoicismo político influyó en generaciones de romanos posteriores. De hecho, como señala O., el enfrentamiento entre ambos personajes y sus seguidores, junto con sus repercusiones en muchos ámbitos, perduraron más allá de la República. Además, en este libro O. ha mostrado cómo uno de los Estados más poderosos de la época se derrumbó cuando la política se volvió demasiado limitado con individuos resistentes al timón defendiendo a sus partidos a toda costa. Los políticos modernos deberían tomar nota.

Juan Strisino
Atherstone, UK
JStrisino@aol.com